Despertarse con una ostomía
A los 23 años, Shani Malkin se despertó de una operación de urgencia y sintió algo extraño en el vientre. Al principio no tenía claro lo que era, pero pronto descubrió que su piercing del ombligo había sido sustituido por una ostomía. Shani se sintió avergonzada: ¿cómo iba a aceptar su nuevo cuerpo? ¿Encontraría alguna vez a alguien que pudiera quererla así?
Shani nació con celiaquía, una enfermedad gastrointestinal crónica, y de niña le dolía a menudo el estómago después de comer. Más tarde, los médicos descubrieron que Shani también padecía la enfermedad de Crohn, que le provocaba inflamación intestinal.
"A los 18 años me operaron por primera vez. Al principio me sentí mejor, pero luego empecé a experimentar nuevos síntomas y tuve que volver a operarme. Fue entonces cuando ocurrió. La operación no salió según lo previsto y, cuando me desperté, sentí un bulto extraño en el vientre: era la ostomía".
El reto de la aceptación
La ostomía fue una experiencia traumática para Shani. No estaba preparada para la nueva vida que le esperaba, se sentía avergonzada de su cuerpo y, en el tiempo que siguió a la operación, estaba segura de que todos sus planes de futuro se habían venido abajo.
"Aceptar mi nuevo cuerpo fue para mí, lo más difícil. Antes de la operación me sentía muy a gusto con mi cuerpo y ahora tenía un estoma. Sentía que mi vida se había acabado. Lo estaba pasando tan mal que solo quería quedarme en el hospital. ¿Para qué volver a casa? ¿Qué vida podía esperar? ¿Cómo iba a encontrar el amor, casarme o tener hijos?"
Encontrar la autoestima y el amor
Aunque las enfermeras enseñaron a Shani a cómo cuidar de su ostomía, su madre fue la que se encargó durante dos años de cambiarle diariamente la bolsa después de la operación. No fue hasta que Shani empezó a aceptar su cuerpo, que empezó a cuidar de sí misma. Y es entonces cuando conoció a Roy.
"Conocí a Roy cuando tenía 27 años y me casé con él el año pasado. Nos conocíamos desde hacía tres semanas cuando le conté que tenía una ostomía. No era algo agradable de compartir y me daba bastante apuro hablar de ello, pero él escuchó mi historia con gran interés y el estoma no le molestó en absoluto. Se interesó por mí y desde el principio me dejó claro que para él, la ostomía no era más que otra parte de mí".
Shani se dio cuenta de que no tenía por qué avergonzarse de su ostomía ni perder tiempo y esfuerzo ocultándola. El consejo que siempre comparte es que aceptes tu situación, tus emociones y hables de ello, de esta forma podrás seguir viviendo tu vida. Para Shani, muchos de los sueños que tenía de niña se han hecho realidad hoy, a pesar de su ostomía.
"Soy una persona activa, puedo hacer ejercicio, puedo viajar con mi marido y vamos al extranjero dos o tres veces al año. Llevamos una vida normal. Aún es pronto para pensar en tener hijos, pero sé que quedarse embarazada no es un problema con una ostomía. Lo que siempre repito a aquellos que terminan teniendo una ostomía es que no pierdan la esperanza. No hay que pensar que vuestra vida se ha acabado, porque seguro que no es así".
